miércoles, 5 de febrero de 2014

Relato

Ese día, la calle estaba repleta de gente. Llovía muchísimo, pero aun así se veía a gente sin paraguas, incluso sin gorro. La gente corría hacia su destino. Los adultos a trabajar, los niños a la escuela... Pero había alguien parado en la calle. Estaba apoyado en la pared de la panadería de la esquina. Era un sujeto extraño. Yo estaba en mi terraza y no lo podía ver bien, pero así me pareció desde lejos: era un hombre de complexión media, vestido con un sudadera blanca, una chaqueta negra y encapuchado. El tipo parecía que estaba esperando algo o a alguien. No se, su actitud me pareció un poco sospechosa. Tenía la cabeza gacha, y miraba su móvil cada dos por tres, como si le mandaran un mensaje cada 5 segundos. Los minutos pasaban, y yo seguía embobado con las acciones de aquel extraño encapuchado. Pero varios minutos después el sujeto miró de nuevo su móvil. Miró a todos lados, arriba y abajo, y entonces me vio. Se que me vio. El extraño apartó su mirada un instante después, dobló una esquina y se fue andando rápidamente. Mientras seguía con la mirada todavía al extraño, escuché un tremendo ruido, un ruido que casi me deja sordo. Entonces fue cuando miré al frente y vi el panorama. ¡Había habido una gran explosión en la calle! Un coche bomba había explotado y algunas personas habían resultado heridas, pero afortunadamente parecía que no había ningún muerto. Aun así el panorama era horrible: gritos por todas partes, personas corriendo... Han pasado 3 años del suceso, y aún no se ha atrapado al culpable. Pero yo sigo pensando que el extraño encapuchado fue el verdadero culpable.

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